PÚBLICO AUSPICIA ROCKAWARE

Ol Sasha se esfuerza por alcanzar a una audiencia exigente y con criterio propio. Opina que el tipo de público de un artista, dice mucho acerca del mismo artista. Entiende que los seguidores son un reflejo del cantante, y hablan de su función social como compositor e intérprete. Él no teme hacer confesiones, prefiere la sinceridad y toda su honestidad, antes que falsear su imagen, en busca de consolidar una especie de nombre tipo marca comercial que agrade a una gran multitud.

Las personas no saben bien cómo navegar con semejante tsunami de verdad en las letras. Es una invitación a esa hermosa expresión de Ol Sasha «bucear el alma». El Rockaware ha venido a esclarecer muchas dudas ciudadanas y a proyectar un modelo de sociedad más creativa y estimulante para la raza humana que se conecta, eliminando las barreras entre norte y sur, evitando las limitaciones entre unos países mal llamados de progreso y otros países mal llamados pobres, cuando su riqueza natural supera con creces muchos de los países cuya población tiene de todo.. incluso depresiones, a pesar de la extensa abundancia de productos y servicios en todas sus ciudades.

Lo fácil es aburrido y da como resultado cosas mediocres o tradicionales, demasiado insustanciales, irrelevantes, intrascendentes. Si la música es predecible, estás en la zona de confort. Te vuelves holgazán. Me desagrada la apatía. Provoco la chispa para que arda el ave fénix. Prefiero las sorpresas, los quiebres inesperados, las melodías que evolucionan. Cada canción es un viaje, además de un mantra que resuena en cada alma y en el alma colectiva de nuestro tiempo.

La señal saltó en el fondo del Internet cuando de repente en la primavera del 2019 aparecieron cuatro discos «extraños» por su temática y duración de las canciones. La mezcla de instrumentos era tan particular que causaba un rechazo inicial por salirse de los patrones habituales. Había un indicio sorprendente de que algo peculiar se gestaba. Se trataba de música, sí, pero al servicio social. Alguien cantaba, sí, pero más que con afán de entretener y emocionar, se notaba que quería transmitir y lograr reflexionar, sin que le importara mucho el aspecto visual o la textura y registros de la voz. Incluso su primera canción estaba bautizada con un título rimbombante y grandilocuente que el público entendía como un acto de soberbia y arrogancia, cuando estaba formulada con la mayor humildad y todo el amor del que puede dar obsequio un ciudadano comprometido con la mejora de su comunidad, y el mundo, salvando así al planeta que sufre.

Si te sientas en el suelo con un niño y le preguntas con qué clase de automóvil le gustaría llegar a su escuela, al entregarle la hoja y el lápiz, te dibujará el auto que más publicidad ha tenido. Sin embargo, si en vez de que sólo pueda expresar su preferencia en el color, si tú varías la presentación del asunto y le preguntas al pequeño, ¿cómo te gustaría llegar al colegio?… seguramente te responda que volando. La imaginación se estimula con preguntas abiertas. Es lo que no está haciendo la música. Hay que plantear temas relevantes con apertura, para que como el niño que dibuja un asiento que ponerle a un cóndor africano o una sofisticada versión de barco que se desliza por el asfalto o un auto con apenas tres ruedas o dieciséis, semejando al gusano llamado cien pies, para poder ser acompañado por sus amigos y vecinos del barrio… la audiencia que conforma el público, se convierta en ciudadanía imaginativa y participativa.

Su aparición se interpretó casi como un delirio del niño soñador que no ha crecido y madurado, y es que el artista que nos ocupa, nunca abandonó a su niño que todavía le habita el pecho. Es con la inocencia atrevida y curiosa del pequeño que indaga y explora que Ol Sasha penetró en la música para concebir un género revelador. Anuncia un futuro agradable donde los actos cotidianos son favorables porque no vienen determinados por el Sistema. Nacen del libre albedrío y la consciencia de unidad. Se expresan desde la solidaridad que apuesta por la alegría compartida y la fraternidad universal. Cada canción recorre un camino hacia el bienestar generalizado que parte del abrazo íntimo y particular.

Te has fijado que los niños pequeños no pueden lavarse las manos en los baños sin ayuda de los mayores… ¡son muy altos! Los adultos pueden agacharse, ¿por qué no se fabrican modelos más bajos para uno de los baños en las viviendas familiares? Esto justamente hago con la música Rockaware, me adapto al momento existencial del ser humano. Me sumerjo en la época que vive actualmente nuestra civilización. Intento ponerme a la altura de las necesidades de las personas. Atiendo con urgencia los asuntos que son trascendentes para la comunidad, y nunca pueden ser insustanciales, planos o artificiales. Hay muchos aspectos relevantes de la vida que pasan desapercibidos por la población anestesiada por las ilusiones del Sistema. Lo siento como una responsabilidad y, te juro que no me importa que me acusen de complejo de Mesías. Quiero dejar este mundo con la sensación de haber sido de utilidad y, sumando, con el aporte de mi energía vital.

Para mujeres y hombres, adolescentes y mayores, jóvenes desorientados y confundidos ante un Sistema que no asegura la paz o el empelo, ni tampoco satisfacción o la plenitud existencial necesaria para el ser humano. Las personas que no quieren repetir los modelos de los adultos, y que se centran en su intuición para diseñar el mundo en el que quieren vivir, resulta gratificante cada nota y melodía, cada ritmo y estribillo, pues en definitiva, el Rockaware apela a la dignidad y la libertad, a la recuperación de los dones naturales y los talentos particulares para configurar día a día la sociedad que se mejora a sí misma, sin la coacción del Sistema, sin las amenazas de la autoridad arbitraria. Desaparece el miedo cuando cantas Rockaware. Logras confianza en ti y los demás cuando bailas Rockaware.

En vez de pensar en un cubo de plástico para transportar agua, primeramente evito cualquier condicionamiento del Sistema. Me abro, sin limitación de ninguna clase, desde el mismo centro de mi alma. Me enfoco en algo que pueda transportar el agua sin derramarse, intentando a su vez, que la experiencia sea enriquecedora y no dañe el entorno o perjudique a otra persona. Jamás atiendo una canción para que sea comercial y encaje en los patrones que funcionan y complacen a la industria musical. Eso hace que el público sea domesticado y se amanse, hasta robotizarse, encumbrando a los artistas que en vez de hacer lo que sienten y compartirlo, hacen únicamente lo que saben que será un éxito, acallando su vibración, su verdadero tesoro. Me concentro en un mensaje de utilidad social que sea dinámico en su creatividad, intentado la armonía de acordes para que la melodía invite a escuchar el texto. Me inclino por la literatura musical, es decir, priorizando el contenido, el agua… nunca el envoltorio de plástico que logra vender discos.

Ol Sasha ofrece ayuda a quien la precisa, alienta a quien está motivado, revela tesoros a los necesitados, pellizca el intelecto de los más eruditos, corrige a las instituciones, opina acerca de las estructuras de gobierno, invita a la danza con la vida y el canto del alma con la que se intima con una sonrisa. Seguramente es por éstas razones, y muchas otras que no concibo en mi mente, que los corazones de la población mundial patrocinan esta llamada a la Sociedad Mejorada. Nuestra mejor versión está disponible. Como especie y como ciudadanos que somos personas, y nunca números en las estadísticas o piezas que encajan en la maquinaria.

Las canciones de hace ya algunos muchos años, son como los objetos que se fabrican, contienen materiales no reciclables. Son canciones del momento, que de repente invaden lugares y vidas pero que son de usar y tirar. Canciones que jamás vuelven a sonar y nunca más se recuerdan. Mis canciones son reciclables, por eso hay seguidores que las apoyan, porque sirven para los hábitos de mañana. Son de beneficio universal. Indican un rumbo hacía la isla que cada hombre y mujer determina. Como la Naturaleza, son temas intemporales. Resistentes al olvido, y permanentes por su utilidad vital.

El Rockaware propicia el crecimiento de las personas, el desarrollo de la comunidad entendida como la reunión satisfactoria de la unidad que se complementa en una simbiosis perfecta. Desde los cuatro musicales y su show Bucear el alma, Ol Sasha está listo para mejorar la civilización que habita la Tierra. Es simple. Asegura que será muy divertido, aunque requiere del segundo nacimiento, de la conciliación con uno mismo después de abrazarse por dentro. Por tal razón la música que compone e interpreta son canciones para moverse y bailar, canciones que al tararearse, asientan principios humanistas fundamentales. Canciones que fomentan la innovación social desde la terapia pedagógica. Algunas canciones están enfocadas a la superación personal, y, además, hay temas muy largos para son para meditar sobre la vida y el mundo. Nadie hasta la fecha había concebido la conferencia con música o el ensayo musical.

Si los hombres y las mujeres de cualquier parte del mundo podemos reír juntos… ¡podemos bailar juntos! Ambos actos son reflejos, instintivos, espontáneos. Son la reacción amable entre miembros de la misma especie. Actos que se contagian sin importar la bandera del país, el corsé religioso o el idioma concreto que puede entorpecer la comunicación. En la risa y la danza no hay distancia. Si las personas aprendemos a cantar juntas… alegres a través del mensaje de unidad… podemos convivir sin egoísmos ni violencias, con las afinidades en armonía, aplaudiendo el bien común.

Quizás es por todo lo expuesto que no hay conjeturas. El público, la audiencia, la ciudadanía planetaria, una gran mayoría de personas silenciosas que son invisibles para el Sistema, están abriendo los ojos del alma y extendiendo los brazos del corazón para aunar esfuerzos. Hombres y mujeres están anulando los tentáculos de los pensamientos que lastiman la energía. El Ego queda al descubierto con el Rockaware. La fragancia que prolifera es de ventajas significativas, ¿cómo negarse a participar de tan noble misión?

LETICIA HERRERA HURTADO, cronista y biógrafa de Ol Sasha.

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